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jueves, 7 de abril de 2011

El Convenio de Viena

El Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono fue firmado por 28 países en marzo de 1985. En él, las naciones convinieron adoptar medidas apropiadas para proteger la salud humana y el medio ambiente contra los efectos adversos resultantes que puedan surgir de las actividades humanas que modifiquen o puedan modificar la capa de ozono. 

En el Convenio se estipulan futuros protocolos y se determinan procedimientos de enmienda y de solución de controversias. Aunque no conllevaba el compromiso de tomar medidas para reducir la producción o el consumo de CFC, el Convenio de Viena fue de suma importancia ya que logró que las naciones llegaran a un acuerdo de principio para hacer frente a un problema ambiental mundial antes de que se sintieran sus efectos o se demostrara científicamente su existencia,  

A medida que los expertos comenzaron a explorar la adopción de medidas concretas, en mayo de 1985, científicos británicos publicaron las conclusiones de los miembros de la Expedición Británica a la Antártida, dirigida por el Dr. Joe Farman. Este fue el famoso documento sobre el "agujero en la capa de ozono", donde se reveló por primera vez la espectacular disminución de las concentraciones de ozono sobre la Antártida en la primavera.
La Conferencia de Viena también adoptó en 1985 una resolución en la que se facultaba al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a convocar negociaciones para elaborar un protocolo del Convenio que incluyera medidas de control para las sustancias destructoras del ozono y que debía firmarse, de ser posible, en 1987. En consecuencia, en septiembre de 1987 se firmó el Protocolo de Montreal sobre las Sustancias que agotan la Capa de Ozono.



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